Eliseo Muro Ruiz.
Tenemos una sociedad, con estilos de vida basados en el despilfarro y en
un individualismo extremo, que llevado al ámbito laboral, se genera un
canibalismo por ingresar, permanecer y superarse en una institución pública o
en la empresa privada. Se trata de un escenario que se nutre de aristas locales
y globales. En este contexto, la familia, ¿es un tema para reflexionar? La
Suprema Corte de Justicia de la Nación, ha publicado la serie Decisiones
Relevantes, y en el número 26, destaca la trascendencia del tratamiento
psicológico en el ámbito familiar. De tal suerte, ¿es la familia, un elemento
decisivo en la generación de personas estables, equilibradas y sanas, para
luego, en la vida adulta, incorporarse de manera satisfactoria en el mercado de trabajo y esperar
resultados favorables? ¿Es relevante explorar su formación como persona, desde
el seno familiar hasta sus ámbitos sociales y culturales, inclusive, políticos?
Para tratar de responder a estos cuestionamientos, es cardinal preguntarse, ¿qué
determina la duración, el éxito o el fracaso de la familia? Es una interrogante
que puede tener varias respuestas desde distintos enfoques, puesto que la mayor
parte de las personas se casan debido a necesidades recíprocas o
complementarias de primer orden, hecho que rara vez llega a ser armónica
totalmente, y mucho menos perfecta. Por tanto, necesariamente aparecerán
conflictos que irán de menos a más, según el caso, en razón a las luchas o
esfuerzos por lograr el poder lo la supremacía, y las dependencias mutuas podrán
entorpecerse en los diferentes subsistemas (marital-pareja, padres-hijos,
hermanos), para luego aparecer las demandas y consecutivos rechazos; inclusive,
las luchas y las tensiones dentro de la familia pueden llegar a ser
intolerantes, o bien, persistir a través de toda una vida llegando a afectar a
todos sus miembros si no se solucionan, y es aquí donde está el punto de esta
reflexión: ¿cómo influye la vida familiar en el mundo laboral de la persona
adulta?
En la conformación de un modelo familiar también influyen las demandas
del exterior, que provienen de las familias paternas y de las demandas
provenientes de la sociedad. Por tanto, no es fácil reunir a dos familias que
está representadas por los cónyuges, pues aun teniendo historias semejantes,
siempre tendrán su propio código de mensajes establecido. Bajo este enfoque,
“la familia” es vista como “una forma
colectiva de encarar una crisis tras otra,” que una vez superadas se
convierte en un espacio benéfico para sus integrantes, en una unidad de
personalidades que interactúan y forman un sistema de emociones y necesidades
engarzadas entre sí, de la más profunda naturaleza, por lo que, niños y adultos
en algún momento buscan dentro de su seno la satisfacción casi total de sus
necesidades emocionales. Esto es cardinal en la formación de la persona, para
convertirla en un posible talento para ser reclutado laboralmente, y es aquí en
donde la familia ha de brindar ciertos pilares psíquicos y emocionales para forjar
personas talentosas, equilibradas, dedicadas e idóneas para desempeñarse
laboralmente en su edad adulta, y alcanzar entornos laborales sanos con una
cultura de colaboración, de compromiso y de satisfacción, y contrarrestar
reacciones instintivas como la indignación, el deseo de venganza, ira,
resentimiento y culpa, amargura, depresión, estrés, estragos que pueden
provocar una actitud negativa, ansiosa, de paranoia y que paralizan a las
personas; esto propicia una cultura del miedo y gesta espacios laborales que
albergan resentimiento, amargura y rencor que afectan la productividad, versus
creatividad, innovación, aprendizaje, compromiso, etcétera. En estos
escenarios, en los que “las disputas son comunes,” cabe considerar la
importancia de la “cultura del perdón” para merecer un mayor bienestar
espiritual y psicológico.